domingo, 27 de noviembre de 2011

Vivenciar la curación espiritual, por Bert Hellinger


Desorden y Orden

Sucede una curación cuando algo se vuelve a integrar. Según las experiencias en constelaciones familiares, la enfermedad surge cuando algo se desune, algo se desintegra, algo no está en Orden.
    Nos enfermamos cuando algo en nosotros está en oposición.
    Cuando algo en nosotros es rechazado. La curación se logra cuando algo vuelve a encontrarse en su lugar y, con ello, está en Orden.
    Un desorden surge sobretodo cuando juzgamos, cuando decimos: esto está bien-esto no está bien. Esto es aceptable y esto no es aceptable, o quizá aún más exactamente: esto me une a mi familia y esto no me une a ella.
    Algo se vive como bueno cuando nos une, ante todo, con nuestra familia.
    Y es que si tenemos como punto de referencia solamente a nuestra familia, sólo será bueno aquello que en nuestra familia se reconoce como bueno.
    Para mantenernos unidos a nuestra familia, rechazamos también en nosotros mismos, todo lo que la familia rechaza. Y para nosotros es solamente bueno aquello y solamente eso que se reconoce en la familia y que nos vincula con ella.
    Y generalmente hay personas que fueron rechazados por nuestras familia.
    Este hecho crea un desorden.
    Cuando nos aferramos y permanecemos dentro del sistema de valores de nuestra familia, no hay curación para ciertas enfermedades y sufrimientos. ¿Por qué? Porque para poder "pertenecer" tenemos que mantener dentro de nosotros ese desorden.
    El Orden solamente puede ser establecido cuando logramos pasar a otro campo más amplio, más allá del campo familiar, en donde aquello que fue rechazado en nuestra familia tiene derecho a ser bueno y es reconocido como bueno. Con ello crecemos más allá de nuestra familia. Y esto de poder ir má allá de nuestra familia es para nosotros un paso en nuestro crecimiento.
Un crecimiento espiritual.

    Este poner "en orden" se experimenta como una purificación. Es como limpiar un espejo a fondo y de pronto vernos a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea, mucho más nítidos.
    También nos sentimos límpios, pulidos, ligeros. Claros, transparentes. Ya que en nosotros algo se ordenó, también en nuestro entorno se arregla algo.
Es aquí donde se manifiesta que nuestros viajes interiores son a su vez hacia afuera, hacia un espacio más amplio, hacia otro amor, un amor ordenado. Un amor alegre.
Que estás ahí, expandido y total.

No hay comentarios:

Publicar un comentario